Desde muy joven he sido una extraña especie de defensor de las causas perdidas. No sé de donde me viene, pero siempre preconicé la igualdad de derechos y de actos en la mujer, a pesar de pertenecer a una generación donde el machismo ha sido predominante.
Descubrí la figura de María Soliño allá por el año noventa y desde el primer momento me cautivó. Así que, como no podía ser de otro modo, me pareció una cruel injusticia la historia de esta mujer. Sin embargo, este sentimiento quedó adormecido en mi conciencia durante varios años.
No recuerdo bien cuándo despertó. Mis primeras notas, reseñas y alguna que otra investigación son del 2007. El olvido al que había sido condenado el personaje me laceraba poco a poco. No sabía ni cómo hacerlo, ni qué contar exactamente, pero la idea de reescribir su historia y hacer justicia a la primera mujer condenada por brujería en Galicia, fue cobrando más fuerza cada día.
Además sentía una especial admiración por los mitos y leyendas de esta tierra. He conocido gente de aldea que afirma haberse cruzado con la Santa Compaña y relatarlo con tal credibilidad, hasta llegar al punto de poner en cuestión tus propias creencias. ¿Y quién no ha oído hablar del rito de las nueve olas de A Lanzada? Si a esto le sumamos mi pasión por la historia, y en particular la de la edad media, la aparición en escena de la Inquisición, me daba el resto.
Entonces, sin tiempo que perder, empecé a recopilar y recuperar parte de su leyenda negra. Mi esencia cinematográfica pronto visionó en imágenes la reconstrucción de mi versión para iniciar la novela. El título me fue fácil, evidentemente, y me resultó potente. Solo me faltaba un pequeño empujón.
En octubre pasado me conjuré al efecto y comprometiéndome con un grupo de amigos tan locos como yo, me decidí a empezar. No tardé en darme cuenta que no me valdría con resucitar la esencia de María Soliño, sino que también tendría que vengar su causa. Quería una mujer fuerte, recuperar su memoria y convertirla en una heroína en un mundo de hombres: Aquí nació su promesa.
Y claro, había que cumplirla. Animado por la buena acogida que mis acólitos me dieron a lo primero que escribí, y que ahora es el manuscrito de la novela, emprendí la trama del resto de la historia que al final convertí en principal. Trasladé sus personajes a nuestra época actual y asumí el reto de recrear unos hechos más propicios de la época de la protagonista que de la actual pero, intentando que pudieran ser, lo más creíbles posibles dentro de tan gran ficción. Y este ha sido el resultado.
Es cierto que siempre he querido manifestar abiertamente mis pensamientos filosóficos sobre la idea de Dios. María, mi protagonista, me ha dado una oportunidad única. Tampoco pretendo convencer a nadie, pero desde niño siempre he sentido una atracción especial por poderme explicar lo inexplicable. Pido perdón por mi atrevimiento, pero mi interior me decía que debía hacerlo.
En todo este camino ha habido un largo y exhaustivo trabajo, con el que he sufrido en su concepción pero he gozado línea a línea a medida que ha ido avanzando. Tengo un montón de cosas que contar y desmenuzar de cómo hice La Primera Meiga, pero siendo tantas y tan variadas, no caben en esta presentación. Te invito querido lector a que las deshojes en las diferentes secciones de este blog, esperando que haya sido capaz de satisfacer toda tu curiosidad.
Antes que nada, quiero agradecerte tu interés al haber visitado este pequeño lugar prometiéndote a cambio un par de cosas: Nunca escribiré si no tengo la plena convicción de lo que quiero, o marcando plazos imposibles para la inspiración. Sé que los próximos retos son complejos, pero los asumiré con la misma ilusión que hasta ahora he hecho. Y a todo aquel que desde aquí me pregunte, me ofrezco a contestarle deseando que mis tiempos no se saturen del todo. Quedo a tu entera disposición, mi querido/a lector/ra.